En el mundo indígena uno de los principios que constituyen el universo es el dolor, sin embargo los ojos de ese pueblo penetran en esta realidad sin miedo y la transforman en algo sublime.
Cuenta esta historia que un guerrero miró a su hija recién nacida, tan hermosa le parecía, que no encontraba un nombre apropiado para ella.
Decidió buscar lo más valioso del mundo y tomarlo como nombre para su primogénita. Salió temprano a caminar y pensó podría llamarla "Silencio", pues es hermosísimo... pero cuando comenzó a amanecer y el guerrero detuvo sus pasos y dijo: No, la llamaré "Aurora".
Continuó caminando y visitando amigos y así fue cambiando su elección para el nombre de su pequeñita: Luz, Nieve, Mariposa, Paloma...
Encontró al más sabio de los Indios que le orientó ir detrás de la montaña a la casa de un pastor muy sencillo y le dijo: "Allí encontrarás lo que buscas."
El guerrero esperó fuera de la vivienda y vio salir a una niña, sintió escalofríos pues se encontraba cubierta de Lepra, algo a lo que todos le temían.
Pasaron unos minutos...se escuchó la voz del pastor llamando a su hija y ambos se acercaron y el rudo guerrillero vio como se abrazaban y cubrían de besos.
Regresó a su casa con lágrimas en los ojos y se dijo: "La llamaré Heoma-nae-san ["Amor en el Dolor"]."
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