Un alma recién llegada al cielo se encontró con San Pedro. El santo llevó al alma a un recorrido por el cielo. Ambos caminaron paso a paso por unos grandes talleres llenos con ángeles. San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo:
—Ésta es la sección de recibo. Aquí todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas.
El alma miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando peticiones escritas en voluminosas hojas de papel de personas de todo el mundo.
Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y San Pedro le dijo:
—Esta es la sección de empaque y entrega. Aquí las gracias y bendiciones que la gente pide son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron.
El alma vio cuán ocupada estaba. Había tantos ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo empacadas y enviadas a la tierra.
Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, el alma se detuvo en la última sección. Para su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella ocioso haciendo muy poca cosa.
—Ésta es la sección del agradecimiento —dijo San Pedro al alma.
— ¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí? —preguntó el alma.
—Esto es lo peor —contestó San Pedro—. Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento.
— ¿Cómo uno agradece a las bendiciones de Dios?
—Simple —contestó San Pedro—. Solo tienes que decir: Gracias, Señor.
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