Guarecita de mi tierra
que en un pueblo de la sierra
viviendo tan triste estás:
¡olvida ya mis quereres!
al cabo... ¿pa qué los queres?
¡si no he de volver jamás!
En esta suidá divina
yo me encontré una catrina
muy garbosa y prencipal...
Y aunque en amor no soy ducho,
¡de veras! la quero mucho,
y ella... ¡no me quere mal!
Usa rojo en las mejillas
las naguas a las rodillas;
¡ha de ser por la calor!...
usa las trenzas cortadas
y las ojeras moradas
¡y las uñas de color!
Me da besos de a montones,
ardorosos, mordelones,
qui'aluego me hacen llorar...
Y, al verme llorar también llora...
sus mejillas decolora,
pero se vuelve a pintar
Esto es raro pa vosotras
¿verdá? ¡Pus aquí no hay d'iotras!
¡Dios las hizo... y ansí son!
¡Aman y odian en un brete!...
Dondi hay tanto colorete
¡no puede haber corazón!
¡Te quise sacar un susto!
¡Te quise dar un disgusto!
por eso es que te hablé ansí,
pero... ¡cómo te imaginas!
¡qué diablos ni qué catrinas!
¿Que no ves que te mentí?
Tú la santa, la divina,
la que al diario te encaminas
a la iglesia del lugar,
y llorando de tristeza,
ante el Cristo reza y reza,
sin cansarte de rezar...
Tú, la santa, la preciosa,
la que lleva una rosa
en lugar de corazón:
¿Cómo piensas que mi'aleje?
¿Cómo piensas que te deje?..
¡si eres mi única ilusión!
Riega flores en tu casa,
que la ausencia pronto pasa
y mañana volveré...
¡Riega flores, muchas flores,
dulce amor de mis amores,
¡que mañana te veré!
Te veré mi guarecita!
que en esta suidá maldita
donde se aprende a pecar,
¡siento unas ganas inmensas
di'arroparme con tus trenzas...
¡y de ponerme a llorar!
Ruben C. Navarro
Es una poesía hermosa
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