-Por favor, remienda mis zapatos.
-Ahora estoy remendando zapatos de otros hombres -respondió éste-, y hay todavía más para reparar antes de que pueda ocuparme de los tuyos. Pero deja tus zapatos aquí, y usa este otro par por hoy, y ven mañana a buscar los tuyos.
-No uso zapatos que no son míos -protestó indignado el filósofo.
-Pues bien -dijo el remendón-, ¿en verdad eres tú un filósofo y no puedes calzarte con zapatos de otro hombre? Al final de esta calle hay otro remendón que comprende a los filósofos mejor que yo. Recurre a él para remiendos.
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