"Para buscar a Dios, no hay necesidad de organizar peregrinaciones, de encender lámparas, de quemar incienso o de besar la imagen de la divinidad. El está en el fondo de nuestros corazones. Si pudiéramos suprimir en nosotros toda conciencia del cuerpo, lo veríamos entonces cara a cara.
Dios no está ni en el cielo ni en el infierno, sino en cada uno de nosotros. Por consiguiente, podré ver algún día a Dios, si me consagro al servicio de la humanidad... Cuanto más me esfuerce en ser puro, más cerca me sentiré de Dios. ¿Y cuál no será esta proximidad cuando mi fe no se reduzca, como hoy todavía, a una simple justificación, sino que se haga tan inconmovible como el Himalaya y tan resplandeciente como la nieve que corona sus picos?
La fe es la que nos dirige a través de los océanos turbulentos. La fe mueve las montañas y nos transporta a la otra orila del río. Esta fe no es más que una vida totalmente impregnada de certeza clara y consciente de que Dios está en nosotros. El que posee esta fe no desea nada más.
(..No)podría entonces en mi interior pensar que la fe de mi vecino es inferior y desear que se convirtiese a mi religión. Si soy realmente un amigo leal, lo único que puedo hacer es orar para desearle que viva perfectamente de acuerdo con su propia fe. En el reino de Dios hay diversas moradas, y todas ellas son santas.
Por consiguiente, la tolerancia mutua es la regla de oro de nuestra conducta. En efecto, es evidente que nunca seremos todos de la misma opinión y que la verdad se nos presentará de manera fragmentaria según sus diferentes aspectos. La conciencia no nos habla a todos de una manera idéntica. Sin duda alguna, es un excelente guía para cada uno, pero querer imponer a los demás las reglas de nuestra conducta individual, sería una distorsión intolerable de la libertad de conciencia.
El Alá del Islam es lo mismo que el Dios de los cristianos y el Ishwara de los hinduistas. De la misma manera que en el Hinduismo hay diferentes nombre de Dios, así también hay en el Islam otros tantos nombres de Dios. Los nombres no significan individualidad sino atributos, y el hombre, en su pequeñez, ha tratado humildemente, de describir al gran Dios dándole atributos, aunque esté más allá de todo atributo y sea indescriptible, inconcebible e inmesurable.
Estoy más seguro de la existencia de Dios que del simple hecho de que tanto tú como yo estamos sentados en esta habitación. Me sería más fácil vivir sin aire y sin agua que prescindir de Su presencia...
El conocimiento de las cosas de Dios no se encuentra en los libros. Pertenece al terreno de la experiencia vivida personalmente. Los libros son, todo lo más, una ayuda; a veces son un obstáculo."
Mahatma Gandhi
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