Cuentan los abuelos que sus abuelos sabían una historia muy vieja, tan vieja que fue contada por los primeros hombres que existieron, y que éstos la supieron porque el que es Padre así lo dijo: porque esto fue lo primero que supieron de él.
En el principio nadie sabía cómo era la forma de la Tierra ni por qué el cielo estaba allá arriba sin caerse. Los primeros que vivieron no sabían cómo explicarse esto. Por más que esforzaban la mirada no alcanzaban a mirar dónde terminaba el mundo, no sabían qué detenía al cielo. Tomaron la decisión de mandar a los más fuertes y valerosos a recorrer la Tierra para saberlo.
Cuando los más fuertes llegaron a la orilla de la Tierra encontraron a los moradores de los confines, pero éstos no sabían que podía haber más allí ni tampoco sabían que existiera el que es Padre. Nada les importaba, sólo estaban allí.
Los enviados decidieron ir más allá , fueron y escucharon la palabra del que es Padre. Él les dijo que no debían ir más lejos. Le preguntaron qué había ahí y por qué no podían ir. La palabra del que es Padre les contestó que no hallarían nada, que sólo encontrarían las columnas de fierro que sostienen al cielo. Les dijo que la Tierra es circular como una tortilla o como un tambor, y que el cielo es como una tienda de campaña azul sostenida por columnas de fierro. Les explicó que si llegaban hasta donde están las columnas tendrían que subir por ellas para alcanzar el sitio donde está él, pero que nunca podrían regresar con los suyos.
Esto dijo el que es Padre, esto dijeron al regresar los primeros tarahumaras y así lo contaron a sus hijos y éstos a los suyos.
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